Marco es un joven que tuvo una infancia un poco complicada pero ahora su vida está llena de sueños y esperanza. De manera inocente, el pequeño Marco abría la puerta de la alacena cada día con esperanza de que esta vez, él y su hermana pudieran encontrar comida. Conforme los días pasaban, Marco no perdía su esperanza; continuaba haciendo lo mismo, y la alacena permanecía vacía.

La madre de Marco, Imelda, al ser madre soltera de dos hijos, debía trabajar de 6am a 5pm limpiando casas, para así poder tener un sustento económico para los tres. Lamentablemente, como no contaban con el apoyo de ningún otro familiar, Marco y su familia enfrentaron hambre más de una vez.

Imelda sufría cada vez que tenía que irse temprano en la mañana, ya que no podía dejar a sus hijos solos, pero sabía que era la única opción para poder obtener un poco de comida. “Mi hermana y yo nos alistábamos solos para ir a la escuela, cocinábamos para nosotros mismos, íbamos a la escuela, y cuando regresábamos limpiábamos un poco la casa para ayudar a nuestra madre, ya que siempre llegaba agotada del trabajo,” dice Marco.

Cada tarde después de la escuela, Marco y su hermana pasaban por una panadería camino a casa. Los ojos de Marco se iluminaban cuando olía el pan recién hecho y le rogaba a su hermana que compraran uno para compartir; pero era imposible para ellos.

UN ENCUENTRO MARAVILLOSO

Todo empezó a cambiar para esta familia cuando conocieron a los pastores de una iglesia socia de Compassion. Ellos solían vender pollos afuera de la casa de Marco y se hicieron buenos amigos de Imelda. Al poco tiempo, comenzaron a cuidar a Marco y a su hermana mientras hacían sus ventas, y su mamá trabajaba.

“Afortunadamente, Dios los trajo a nuestras vidas, y desde entonces iniciamos nuestra vida en la iglesia,” dice Marco.

La niñez de Marco fue drásticamente cambiada cuando lo registraron en el proyecto de la iglesia. Su vida se empezó a llenar de sueños y momentos memorables. Nunca había experimentado el jugar con otros niños, y participar en las actividades del centro llenaban su corazón de gozo.

Su recuerdo más sobresaliente fue la primera vez que les dieron un plato con comida en el proyecto. Sus ojos se llenaron de emoción cuando vio la gran porción que le habían servido, pero se preguntaba cómo iba a pagarla. Mientras todos los niños comían, Marco permanecía frente a su plato sin moverse. Al notar esto, la directora le preguntó qué sucedía y él le contestó que no podía pagar su alimento, a lo que ella le contestó, de forma tierna, que no se preocupara, ya que todas las comidas eran gratuitas y que podía pedir otra porción si tenía hambre.

Esa tarde, el pequeño Marco regresó a su casa con una gran sonrisa, sintiéndose completamente satisfecho. Conforme los años pasaron, la nutrición de Marco mejoró significativamente y gracias al apoyo del centro, su familia nunca pasó hambre de nuevo.

Marco acomodando piezas de pan en una charola

UN FUTURO ESPERANZADOR

Ahora Marco tiene 19 años y es uno de los adolescentes más destacados en el programa, ya que se ha caracterizado por ser un joven muy dedicado, responsable, trabajador, y con un noble corazón.

Hace cuatro años, la directora del centro, Adriana, le dijo a Marco que iban a abrir un taller de panadería y le preguntó si deseaba unirse. Cuando supo que podía generar algún ingreso por medio del taller, se emocionó. Marco esperaba poder apoyar a su mamá con algunos de los gastos y decidió unirse.

Él y nueve otros compañeros recibieron entrenamiento en el centro, en donde un chef les enseñó a usar todos los instrumentos de cocina y practicaban muchas recetas. Un par de semanas después, equiparon un salón en el centro y comenzaron su propia panadería llamada “La Zarza”, en dónde hacen pan casero.

Marco y sus compañeros hacen 380 piezas de pan a diario, las dividen equitativamente para que cada uno lo pueda vender y mantener esa parte de sus ingresos para ellos mismos.

El taller de panadería se ha convertido en un lugar en el cual los jóvenes pueden poner en práctica las habilidades y valores como el trabajo en equipo, disciplina, responsabilidad, creatividad y amistad.

“Realmente disfruto el tiempo que paso en el taller horneando pan, y lo que más me gusta es que cada día aprendo algo nuevo,” dice Marco.

En el 2020, Marco recibió un certificado como panadero profesional en la plataforma “Capacítate para el empleo” y ahora cuenta con un documento oficial que respalda su conocimiento.

Ahora sueña con un buen trabajo en el área de turismo y abrir su propia panadería en la que pueda enseñar a niños de bajos recursos a hacer pan. “Quiero ayudar a otros niños en necesidad para que no pasen hambre como yo pasé en mi niñez. (…) Gracias a Dios por su enorme misericordia y por traer a Compassion a mi vida”, dice Marco con una gran sonrisa.»

Marco poniendo la masa en el horno

Historia por: Daniela Velasco

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!