Gloria movía nerviosamente los pies mientras sostenía a su pequeña Itzel, de dos años, en su regazo. Miró expectante al médico que estaba frente a ella, leyendo un informe médico que le habían realizado a su hija. Después de muchos meses visitando al médico, semana tras semana, debido a que su pequeña experimentaba fiebre constante y dolor en su cuerpo, Gloria deseaba saber a qué se debía esto. Unos minutos después, las palabras que salieron de la boca de la doctora fueron ‘artritis reumatoide infantil’.

Itzel es la menor de su familia y vive en una pintoresca casita rodeada de milpas y árboles verdes. Vive con su padre, Rafael, que es un hombre trabajador, que trabaja en la construcción, su madre, Gloria, que se dedica al cuidado de la familia en el hogar.

Itzel ahora tiene 13 años y es muy dedicada a sus estudios, le encanta conocer mejor a Dios y está comprometida a ayudar a su mamá con las tareas del hogar. Hace unos años, antes de ser inscrita en el centro Compassion, parecía una niña completamente diferente. Ella y su familia pasaron temporadas muy duras mientras buscaban un diagnóstico de dolor físico.

Los primeros años de la infancia de Itzel fueron muy difíciles porque los efectos de la artritis se exacerbaron al punto de no permitirle caminar. Gloria tuvo que cargarla de un lugar a otro y ayudarla a realizar todas sus actividades ya que sus rodillas y tobillos estaban constantemente hinchados. Todo esto significó que Itzel no pudiera asistir a la escuela por largos períodos y terminara retirándose de la escuela varias veces.

Pasar la mayor parte del tiempo en casa y en la cama tampoco le permitió crear amistades durante su infancia, lo que afectó su estado emocional ya que deseaba jugar y tener amigos como los demás niños.

“Había días en que el dolor era tan intenso que ni siquiera podía levantarme de la cama”, dice Itzel. “Durante los días de lluvia y el invierno, el dolor era tan insoportable”.

“Fue muy doloroso para mí ver a mi niña pasar por tanto dolor y llorar tantas veces mientras me decía que ya no quería estar enferma”, recuerda Gloria, la madre de Itzel. “Yo también tenía ganas de llorar, pero siempre traté de animarla y motivarla para que no se rindiera y tuviera fe en Dios”.

Itzel y sus padres de ella adquirieron la costumbre de orar todas las noches antes de acostarse para que Dios les diera fuerzas.

“El dolor que experimentamos durante los primeros años nos ayudó a desarrollar una relación más cercana con Dios ya profundizar nuestra confianza en Él”, dice Gloria. “Nos sentimos muy agradecidos por la ayuda de Compassion, por animar a niños y familias a crecer en su relación con Dios”.

Al principio, los padres de Itzel se sintieron abrumados por la cantidad de exámenes y medicamentos costosos. Afortunadamente, Itzel ya estaba registrada en el centro Compassion y el director del centro se ofreció a apoyar a la familia con todas las necesidades médicas de Itzel.

Itzel ha estado recibiendo tratamiento médico durante cuatro años y su salud y estado emocional han mejorado significativamente. Itzel ahora puede asistir a la escuela sin ningún problema y realmente disfruta aprender y pasar tiempo con sus compañeros de clase. Actualmente cursa quinto grado de primaria y ha hecho muy buenos amigos.

“Siempre me ha gustado correr y saltar la cuerda, gracias a Dios y al apoyo de Compassion ahora puedo hacer esas cosas sin ningún problema”, dice Itzel.

“Itzel ahora está más saludable y más estable emocionalmente, durante los primeros años teníamos que ir al médico cada semana, luego cada mes y ahora vamos cada tres meses”, dice Gloria.

Itzel ahora ha encontrado fortaleza en la palabra de Dios y en el amor de sus padres, sus patrocinadores y los miembros del personal del Centro de Desarrollo Infantil. “Cuando mis padrinos me envían cartas, me dicen que siempre me tienen en sus oraciones”, dice Itzel. «Esto me hace sentir feliz y amado».

Haber experimentado el dolor en estos últimos años ha hecho que Itzel se llene de compasión y empatía hacia los demás. Por eso ahora tiene el deseo en su corazón de convertirse en enfermera cuando sea grande. “Me encantaría ser un apoyo y ayudar a otras personas a superar su dolor físico y emocional”.

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