Los postres son fuente de alegría, sabor y dulzura en la vida de las personas. En el centro de Compassion Fortaleza del Amor, no solo representan esto, sino que también es una fuente a través de la cual los jóvenes desarrollan habilidades como la disciplina, la responsabilidad, la creatividad y la organización, y lo más importante, es un espacio donde se crean estrechos lazos de amistad.

El centro inauguró su taller de repostería en agosto de 2022 y tras un par de postres quemados o no esponjosos en los primeros meses de ensayo y error, los jóvenes han conseguido cocinar postres diversos y deliciosos como pasteles de queso, brownies, trufas, galletas y rollos de canela, que han endulzado la vida de muchos a su alrededor.

Conoce a Susana y Kimberly

El taller de pastelería se ha convertido en un lugar de refugio para muchos de estos jóvenes que se han mostrado bastante comprometidos y motivados a lo largo de estos meses. Una de estas destacadas jóvenes que mantienen un sólido vínculo de amistad son Kimberly y Susana. Ambas tienen 12 años y cursan primero y segundo de secundaria.

“Ambas son muy comprometidas en todo lo que hacen y siempre tienen una actitud muy proactiva y de servicio en el taller y en casa”, dijo Ari, tutora del taller de repostería.

Susy es una chica un poco introvertida pero muy risueña y proactiva. Actualmente vive con su abuela Isabel, quien es su gran pilar y fuente de admiración, su madre y dos hermanos mayores. A Susy le encanta escuchar música y cocinar con su abuela.

Kimberly es una chica extrovertida y también muy proactiva y responsable. Vive con su amada abuela, Rocío, su madre, Rocío, dos hermanos menores, un tío y un sobrino pequeño de 3 años. A Kim le apasiona leer, estudiar y cocinar con su madre.

Además de compartir su gran pasión por la repostería, Kim y Susy comparten muchos otros aspectos y realidades similares en sus vidas. Ambas sufrieron la pérdida de la figura paterna y vivieron la ausencia emocional de sus madres en una etapa de su infancia, por lo que están bajo la custodia primaria de sus abuelas.

Ambas viven en contextos donde la situación económica de la familia es muy apretada. En la familia de Susy, dado que su abuela es una mujer mayor de edad, es su hermano mayor quien se encarga de generar recursos para la familia, trabajando en una tienda de abarrotes.

Por otro lado, en la familia de Kimberly, sus abuelos tenían un pequeño negocio de tacos; pero cuando murió su abuelo, su abuela le transfirió el negocio a un pariente para poder cuidar a sus cuatro nietos y un hijo joven. Este pariente ahora dirige el negocio y solo comparte una pequeña contribución de las ganancias. La mamá de Kimberly contribuye trabajando en los campos cosechando vegetales de temporada.

Un lugar de refugio

Ante estos contextos familiares, afectivos y económicos que a ambas les ha tocado vivir, el Centro de Desarrollo Infantil se ha convertido en un lugar de refugio, recreación y expansión para ambas.

“El centro de desarrollo ha sido como su lugar seguro, un espacio donde pueden experimentar otra realidad”, dijo Ari, tutora del taller de repostería. “Susy suele llegar una hora antes y salir horas después de que termine el taller”.

El contexto y las situaciones de vida que les ha tocado vivir a temprana edad han dejado algunas secuelas a nivel emocional, pero gracias al amor que han encontrado en su amada tutora, Ari, y sus compañeros de taller, han podido crear una red de apoyo para hacer frente a los diferentes desafíos que se les han presentado.

“Creo que lo que más disfruto del taller es pasar tiempo con mis compañeros de clase y con nuestro tutora Ari, a quien amamos y admiramos profundamente”, dijo Kimberly.

“Me siento muy agradecida por el gran equipo y las amistades que hemos creado en el taller”, dijo Susy. “Si no hubiera sido por el programa y el taller, no hubiera podido conocer a estos compañeros de clase ya que todos vamos a diferentes escuelas”.

Los jóvenes del taller han formado un perfecto equipo de trabajo. A finales del año pasado, 2022, hubo en el centro una cena de gala navideña para los jóvenes y una iniciativa llamada “Tarde de café”, una iniciativa para trabajar el evangelio con los padres, y fueron los jóvenes del taller quienes hicieron los postres para estos eventos.

“Fue muy divertido, hicimos postres diversos que nos encantan; aunque mi favorito, y el que más disfruto elaborando es el pay de queso”, dijo Kimberly.

El centro de desarrollo tiene en mente hacer crecer cada vez más el taller, adquiriendo nuevos equipos y herramientas, con el fin de capacitar mejor a los jóvenes y motivarlos a comenzar a vender los postres y generar ingresos a través de ellos.

Tener un espacio donde puedan ejercitar su creatividad y aprender nuevas habilidades ha ayudado a Susy y Kimberly a tener grandes sueños para su futuro. Anhelan poder estudiar una carrera y al mismo tiempo tener un negocio de repostería. Susy quiere ser militar y Kimberly psicóloga.

Sin duda contar con espacios recreativos como este en los centros de desarrollo infantil ayuda a los jóvenes a desarrollar habilidades y crear fuertes lazos afectivos que les ayuden a reforzar su autoestima y recordar su verdadero valor a los ojos de Dios.

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