Como fue descrito a Daniela Velazco.

Mi nombre es Blanquita. Soy madre de cuatro hermosos y traviesos hijos; Suri de 13 años, Miguel de 9 años, Isaí de 2 años y mi pequeña bebé, Evolet.

Actualmente estoy enfocada en cuidar a mis hijos y el hogar, pero me emociona que el Centro de Desarrollo Integral de Compassion pronto abra un taller de bordado para que pueda aprender a generar un ingreso extra y ayudar a mi esposo con todos los gastos.

Mi marido, Miguel, trabaja como ayudante de albañil cuando hay trabajo, normalmente dos veces por semana. Todos vivimos en una pequeña pero cálida casa que nos prestan unos familiares de mi esposo.

Mi viaje en la maternidad comenzó a la temprana edad de 18 años sin saber nada al respecto. Lamentablemente, nunca tuve una figura materna sólida, ya que la mía nos abandonó a la edad de siete años. Mi padre falleció cuando yo tenía nueve años, dejándonos al cuidado de mis abuelos.

Sin embargo, a pesar de los errores y desafíos que he atravesado, estos años de maternidad me han traído grandes y hermosos aprendizajes. Creo que la maternidad es algo que nadie nace sabiendo, pero se aprende durante el proceso, y que cada embarazo es único y trae sus propios aprendizajes.

Estar registrada en la intervención de Supervivencia en el Centro de Desarrollo Integral que imparte la iglesia socia de Compassion ha sido una gran bendición para mí, ya que me ha ayudado a convertirme en una mejor versión de mí misma y en una madre más amorosa para mis hijos.

Me encantaría compartir cómo la iglesia y la intervención de Supervivencia me han enseñado a criar a mis hijos de tres maneras diferentes.

1. Nutrición alimentaria

En el Centro de Desarrollo Integral me han enseñado sobre la importancia de una alimentación adecuada y equilibrada para el desarrollo y bienestar de mis hijos. Soy más consciente de todos los alimentos nocivos que existen y las repercusiones que pueden tener a largo plazo en mis hijos.

Regularmente trato de preguntarles a mis hijos qué les gustaría comer, ya que me gusta mimarlos cada vez que tenemos la posibilidad, pues esto es algo que nunca tuve cuando era niña.

Algunos de los platos nutritivos que me gusta prepararles son caldo de calabaza, lentejas, sopa de pollo, enfrijoladas y entomatadas.

“Me encantan las entomatadas, pero mi plato favorito es el mole,» me dice mi hijo Aldo. “Solo lo preparas en ocasiones especiales, y por eso tiene un valor especial para mí”.

El Centro me ha enseñado sobre nutrición, y las cocineras me han compartido recetas muy ricas y nutritivas para mis hijos. Nunca tuve una figura materna que pudiera enseñarme eso, ¡así que les estoy muy agradecida!

También es un placer transmitir este conocimiento a mi propia hija, Suri. Ella es la mayor y le encanta ayudarme a preparar nuestras comidas.

“A veces te ayudo a cocinar y es algo que realmente disfruto hacer, ya que podemos pasar tiempo juntos y aprendo mucho de ti”, dice Suri.

2. Nutrición emocional

En el Centro de Desarrollo Integral también me han enseñado sobre la importancia de expresar afecto por mis hijos. Ahora sé que contribuye a que se sientan seguros, felices y capaces de enfrentarse al mundo que les rodea.

En mi caso ansiaba el amor de una madre, o al menos un abrazo o un beso, pero ella no estaba y crecí con muchas heridas emocionales. Esto es algo que no quiero que experimenten mis hijos, así que trato de abrazarlos y jugar con ellos tanto como puedo.

Asimismo, he tomado conciencia del verdadero poder que las palabras pueden tener en los demás; podemos crear vida o destruir y hacer un gran daño con ellos. Reconocer esto me ha ayudado a tener más cuidado con las palabras que uso para enseñar y comunicarme con mis hijos.

Durante muchos años dediqué mucho tiempo a las tareas del hogar, como lo hizo Martha en la Biblia, y a veces me olvidaba al menos de mirar a mis hijos. Si no pensamos en educar, escuchar, y llenando de amor los corazones de nuestros hijos alguien más vendrá y hará eso por nosotros, sembrando otras ideas en sus mentes y corazones.

Otra forma en que trato de cultivar la vida emocional de mis hijos es alentar continuamente a mi esposo a jugar con los niños, no solo para trabajar, sino también para dejar tiempo de calidad para interactuar con ellos. Disfrutando de cada aspecto de nuestros hijos, incluso de sus rabietas, ya que son recuerdos que no volveremos a ver después.

La capacidad de sentarme y hablar con mi familia es algo que no tenía antes de asistir al programa Compassion y ha agregado un valor significativo a mi familia.

Cada vez que mis hijos regresan de la escuela, me siento con ellos durante 15 minutos y les pregunto cómo les fue en el día, qué cosas nuevas aprendieron, cómo los trataron los maestros y reviso sus cuadernos con ellos.

Puede parecer obvio hacer todas estas cosas, como jugar con sus hijos y hablar con ellos. Pero todo esto era nuevo para mí, ya que nadie me enseñó cómo ser madre, ¡y mucho menos una buena madre!

3. Nutrición Espiritual

Otra forma en que la iglesia me ha enseñado a criar a mis hijos, y creo que esta es la más importante, es en el aspecto espiritual.

Comenzar nuestros días con una oración hace una gran diferencia en cómo transcurre el día y en nuestro estado de ánimo. Recordar continuamente a Dios ha agregado un gran valor y significado a nuestras vidas y me ha ayudado a educar más sabiamente a mis hijos.

La forma en que trato de cultivar esta área con mis hijos es animándolos a orar y dar gracias cada mañana y cada noche antes de irse a dormir. Asimismo, todos los días, después de que los niños terminan sus tareas, nos sentamos todos juntos a leer y reflexionar sobre algunos pasajes de la Biblia.

“Me encanta que cuando leemos el libro de Job, siempre nos dices que pase lo que pase, siempre debemos permanecer en Dios”, me dice mi hijo Aldo.

También es un momento especial para Suri.

“Me gusta mucho que tengamos tiempo para compartir en familia y reflexionar juntos sobre la Palabra de Dios. Esto definitivamente nos une más como familia”, dice ella.

Soy consciente de que todavía tengo mucho que aprender como madre, ¡no soy perfecta! Pero estoy segura que de la mano de Dios y con el apoyo de los hermanos del programa y de la iglesia, poco a poco seguiré siendo una mejor mamá, instruyendo a mis hijos en el camino de Dios.

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