«Mi nombre es Abigail. Tengo 16 años y vivo en una comunidad llamada Temoaya con mis padres, mis dos hermanos mayores y un sobrino pequeño de dos años. Mis padres trabajan en una pequeña tienda que mi hermana mayor instaló para ellos cuando la pandemia de COVID-19 afectó drásticamente su negocio de panadería.
En mi comunidad, las niñas no pueden soñar por varias razones como la falta de ingresos, y la ausencia de oportunidades de trabajo. En mi caso, gracias a la iglesia socia que imparte el programa de Compassion, he
podido abrirme paso ante estas circunstancias. Hoy, estoy trabajando para perseguir todos mis sueños.
Cuando era más joven, pasé por un período muy difícil. Anhelaba cosas muy diferentes de lo que mi realidad podría ofrecerme. Hubo un tiempo en el que sentí que no encajaba en ningún lado y tuve depresión, aunque me considero una persona feliz. Me aislé y pasé horas pensando en mi futuro, creyendo que no podría estudiar ni perseguir mis sueños.
El mayor desafío al que se enfrentan las niñas de mi comunidad es que muchas familias carecen de recursos suficientes. Muchas veces,la única opción disponible para los adolescentes es trabajar, en lugar de estudiar, y esto es lo que la mayoría de las señoritas hacen. La ausencia de oportunidades laborales en la comunidad también significa que muchos adolescentes viajan a la ciudad capital del estado para encontrar trabajo. Aún así, los salarios son muy bajos, y sus gastos son más altos porque también deben pagar por su transporte. El problema de las finanzas en el hogar también hace que los padres pasen la mayor parte de su tiempo fuera de la casa. En consecuencia, los jóvenes adolescentes se quedan sin supervisión y muchos de ellos no se sienten valorados, amados o escuchados por sus padres.
Me di cuenta de esto porque muchos de mis compañeros lo compartieron conmigo y comprendí la importancia del aprecio y amor durante esta etapa crucial de la vida. Por lo tanto, uno de mis planes para mi futuro es que me encantaría hablar con los padres y los jóvenes para influir su forma de pensar, animándolos, diciéndoles que pueden hacerlo y dándoles esperanza. Creo que la adolescencia es una etapa difícil de la vida donde debes tomar decisiones que luego impactarán significativamente tu vida, y quiero que los padres sean conscientes de esto.
En mi caso, estoy emocionada por los sueños que Dios ha puesto en mi corazón y no veo la hora de ponerlos en práctica En primer lugar, quiero terminar mi carrera técnica en enfermería general para luego ingresar a la universidad y estudiar pediatría ya que realmente amo trabajar con niños. También quiero seguir trabajando con el grupo de primera infancia de mi centro de desarrollo integral y quiero empezar a involucrarme con el grupo de jóvenes.
La música también es una de mis grandes pasiones. Recientemente comencé a tocar el teclado en la iglesia y ahora no puedo dejar de tocarlo. Sin duda he descubierto que es un canal a través del cual puedo conectar de una manera inexplicable con Dios. Por eso, otro de mis sueños es convertirme en líder de alabanza.
Hoy doy gracias a Dios, a mis padres, al centro Compassion y a la iglesia porque gracias a ellos puedo reconocer mi verdadero valor como hija de Dios. Puedo permitirme soñar en grande y poner al servicio de los demás los dones que Dios me ha dado.»
Historia por: Daniela Velasco