Cosmer camina en veredas de tierra, húmedas y resbalosas en lo alto de las montañas. El ritmo de sus pasos acompaña al sonido de la lluvia sobre los árboles de café.
Este jovencito de once años, vive en la comunidad de Santo Domingo, Chiapas. Una hermoso pueblo a las faldas del volcán Tacaná, a más de 1,000 metros de altura sobre el nivel del mar. La mayoría de las personas de ésta comunidad se dedican al cultivo del café en plantaciones pequeñas que producen grano arábigo.
Cosmer vive en una casita de madera con piso de tierra. Es el más pequeño de 5 hermanos cuyos padres llegaron a México como inmigrantes para buscar oportunidades de trabajo en las montañas chiapanecas. Normalmente, Cosmer ayuda a su padre a trabajar en el campo cortando café durante la temporada del corte que dura de Septiembre a Marzo, cuando se maduran las cerezas del café y están listas para el corte.
Durante esos meses del corte, la mayor parte de la población sale a los campos, los niños ayudan a sus familias al trabajar con sus padres. La paga es muy poca por el trabajo del día, así es que el trabajo de los niños incrementa la cantidad de canastas cortadas en un día. Aun con el apoyo de los niños, los padres ganan apenas un salario mínimo. El problema es complejo y no hay más opciones. La falta de empleo, la poca paga y todas las circunstancias alrededor de ellos, orillan a los padres a fomentar el trabajo de sus hijos en el campo.
Cuando los niños son obligados a hacer trabajos pesados en ambientes peligrosos o cuando el trabajo que hacen afecta su infancia, se considera trabajo infantil. Desafortunadamente muchos niños que recogen café no van a la escuela y desarrollan problemas de salud dadas las circunstancias del trabajo al que se exponen. Con frecuencia estos pequeños crecen sin oportunidades, sin habilidades o estudios y en circunstancias similares a la de sus padres, continuando con el ciclo de la pobreza.
La situación de Cosmer es diferente, el ayuda a su padre a cosechar el café, pero sólo cuando no va a la escuela. El afortunadamente asiste a la escuela de forma regular y cada semana también asiste al programa de desarrollo infantil en la Iglesia Bautista Betel de Santo Domingo y es patrocinado por Compassion.
Los padres de Cosmer ven la escuela como un impulso muy importante en la vida y el futuro de su hijo y aceptan el apoyo del programa para educarlo con mayores posibilidades de éxito. Niños como Cosmer aun ayudan a sus padres, pero van a los campos sólo en los días de vacaciones o los fines de semana.
El programa de patrocinio ayuda a éstos niños a ponerse altos estándares de desempeño en la escuela y les provee las herramientas para aprender. 250 niños como Cosmer disfrutan las actividades del programa, ellos cantan, juegan, aprenden y se divierten con sus compañeros.
Estos niños ayudan a sus padres al recoger el café y viven la dureza del trabajo infantil pero no viven oprimidos. Están creciendo y aprendiendo que el estudio y el esfuerzo son herramientas necesarias para salir adelante. Estos pequeños podrán convertirse en carpinteros, maestros, policías, secretarias, doctores o cualquier cosa que ellos quieran llegar a ser. Dividen su tiempo entre las actividades propias de la niñez y sus responsabilidad de ayudar a sus padres, ellos están en el encamino de ser liberados de la pobreza en el nombre de Jesús.